Ana lo vio abrir la puerta y cruzar lentamente el umbral, apestando a tabaco, whisky y a un olor extraño que no supo identificar. Lo vio avanzar hacia ella, las manos en los bolsillos, la cabeza hundida.
-Has vuelto a jugar y has vuelto a perder, ¿no?
-Sí.
-Ya ni siquiera te esfuerzas en buscar excusas. Un día de estos te jugarás la vida.
El levantó la cabeza despacio. Sonrió tristemente.
-Ya lo he hecho. Pero no la mía.
Fue entonces cuando Ana identificó el olor. Cloroformo.
qué duro !!
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