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19 de mayo de 2012
Nacido para correr
La certeza se le fijó a fuego en el corazón en el momento en que sujetó con fuerza el manillar de la moto. Se vio atravesando interminables carreteras, aullando loco de alegría mientras el viento trazaba arabescos invisibles en su cara, quemando octanos y buscando siempre nuevos paisajes, nuevas gentes, nuevas experiencias, eternamente joven, eternamente libre. Giró el manillar, dio gas y le pareció que su cuerpo se fundía en uno con la máquina que ronroneaba con felina suavidad entre sus piernas, mientras sus suaves curvas metálicas se adaptaban a su cuerpo y sentía la caricia del metal caliente. Los rostros de la gente se desdibujaban, pasaban a toda velocidad ante él, naciendo, muriendo y pasando al olvido en fracciones de segundo. Cuando por fin el tiovivo paró con un quejumbroso crujido de madera, Adrián soltó a regañadientes el manillar de la moto y supo que había carreteras y autopistas que le esperaban, y que él había nacido para recorrerlas.
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Me encantó. Sencillamente.
ResponderEliminarSecuencias, como fotogramas en la retina de un motero vocacional.
Un abrazo
Me encantó. Sencillamente.
ResponderEliminarSecuencias, como fotogramas en la retina de un motero vocacional.
Un abrazo
Mi vocación de trapecista se despertó en una atracción de sillas voladoras ... ¡MUY BUENO... HANK!
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