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14 de febrero de 2011

"Telebasura tu puta madre, guapa"

Así de contundente se expresaba Jordi González contestando a un twitter de una seguidora (que ya hay que tener ganas de ser seguidora de este sujeto de mal sujeta boca) que contestó con un "y que esto lo diga uno que trabaja en la telebasura de Tele 5 es para descojonarse" a un "twitter" previo del presentador del prestigioso programa "La Noria" donde, a su vez, calificaba a Intereconomía TV de "gentuza intolerable". Si alguien ha seguido mis posts sabrá que me hallo a millones de años luz de simpatizar con los pájaros intereconómicos, pero coincido con la "twitera" Dalvarmedina en que tiene narices que Jordi González se erija en "defensor de los pobres" arremetiendo contra la fachi-cadena. Están últimamente desatados los famosos y famosillos de nuestro "star-system" audiovisual. Al barriobajero exabrupto de Jordi González se suma la "metida de gamba" de otro reputado intelectual, el gran David Bisbal, gloria patria de la música popular española, con su ya mítico "twitter" en el que afirmaba que "nunca se han visto las piramides de egipto tan poco transitadas, ojala que pronto se acabe la revuelta", con una evidente interpretación libre de las normas de acentuación de la RAE. También ha quedado para la posteridad el comentario del insigne creador Alejandro Sanz sobre los derechos de los autores y los niños con SIDA en África, un tema que seguro le quita el sueño mientras se moja los cataplines en la piscina de su mansión de Miami, pagada, eso sí, con el fruto de su tremendo esfuerzo y sus inmortales aportaciones al mundo de la música.

Twitter tiene peligro, mucho peligro. Y más para los famosos o famosillos. No hay problema para los que se quieren evitar complicaciones y dejan el asunto en manos de algún secretario con mano para esto de las redes sociales. Cuatro topicazos, tres lugares comunes y "copia y pega" a tutiplén y ya estamos en el ajo sin complicarnos la existencia. Pero los Bisbales, Jordis, Alejandros y demás buscan lo que se llama "proximidad con su público". Se ven enfrentados a los 140 caracteres de Twitter y con tropecientos mil seguidores que, en su gran mayoría, jalean cual palmeros de un grupo flamenco todas sus genialidades e improvisaciones. Y la acaban cagando. No contentos con vivir del cuento, de sus mediocres canciones, o de presentar inmundos programas que motean las pantallas de mierda catódica, se ven en la obligación de opinar sobre lo divino y lo humano. Curiosamente, es en Twitter, en la fría Red, donde se muestran tal y como son. Zafios, ignorantes, groseros, macarras. Encantados de conocerse, confortablemente instalados en su torre de marfil, reyes de la basura cultural que enfanga nuestro país. 
No obstante, ellos se lo creen. O fingen creérselo. O la adulación de los millones de catetos y víctimas del erial cultural en el que se ha convertido España ha acabado por nublar su entendimiento y hacer creer a Jordi González que, en lugar del presentador de algunos de los más infectos programas que vomita la ya de por sí muy infecta Tele 5, es un sagaz e incisivo periodista de los que "ponen el dedo en la llaga", como Mercedes Milá cuando intentaba vendernos la basura del Gran Hermano como "experimento sociológico". O a David Bisbal que, en lugar de un cargante e hiperactivo aullador de subnormales tonadillas más simples que el mecanismo de un chupete, es un genio de la música llamado a desbancar a Elvis Presley del Olimpo de los intérpretes. Y, como dijo aquella participante de Gran Hermano, "así sustantivamente". Ante la cajita vacía de Twitter, creyéndose obligados a dar continuas muestras de su genialidad, de su talento, de su "mismidad". Y cuando al fin sueltan "la perla" disipan dudas. Y se encuentran con que algunos de los miles de seguidores que tienen están ahí agazapados, esperando, vamos, que no son tales seguidores, y la "cagada" se extiende por la Red, generando a su vez miles, millones de comentarios. Y el  famosete se muestra confuso, su pedestal se tambalea por las ondas generadas por el cachondeo o la indignación generalizadas. Es entonces cuando surge la tímida disculpa, el enroque cabezón ("sostenella y no enmendalla") o el ataque chulesco, y supongo que el íntimo convencimiento de que, parafraseando al gran Paco Martínez Soria, "Internet no es para mí". 






1 comentario:

  1. Verdades como puños, Hank. Y ellos se lo creen..o fingen creer. Telebasura y teleespectadores, un binomio vomitivo y real.
    Un saludo

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