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1 de mayo de 2007

¡Todos somos campeones, qué bien!

No sé si es un fenómeno local que sucede solamente en España, me inclino a creer que no, y recurro al topicazo refranístico para decir aquello de "en todas partes cuecen habas". La verdad es que tampoco tiene tanta importancia, pero uno es un pejigueras, con la edad se vuelve quisquilloso y broncas, y se exaspera por cosas nimias. Trabajo en un almacén de un gran centro comercial en Sant Sadurní d'Anoia (sí, es verdad, supongo que el tiempo pone a cada uno donde se merece, aunque un servidor tampoco estuvo nunca más arriba, pero supongo que alguna oportunidad tuve y la mezclé con el paper del váter usado para despedirla alegremente tirando de la cadena, pero esa es otra historia). Estoy en la zona de recepción de mercancía, donde descargan los camioneros, y la verdad es que me han llamado con todo tipo de nombres. Colega, socio, tete (oscuros rescoldos de infancias mal vividas, supongo), jefe, tronco, artista, y podría seguir así "ad nauseam" (toma latinajo). Pero lo que me hace apretar los dientes y mirar de forma asesina al sujeto que me lo llama, es el puto "campeón". Y no porque lo diga el camionero de marras, sino porque se ha convertido en la puta palabra "comodín" de la sociedad actual. Está bien, vale, un servidor también ha hecho el imbécil con la jerga chiquitistaní, y confieso que he sido un buen candidato a que me partan la cara en alguna ocasión por uso y abuso de dicha jerga, pero eso es como una droga, te enganchas y cuesta muchísimo salir de ella, qué le vamos a hacer. Pero es que ahora todos somos "campeones". ¡Gracias, campeón! ¡Hasta luego, campeón! ¡Muy bien, chaval, te has portado como un campeón! Campeón por aquí, campeón por allá, uno opta a los laureles de campeón aunque solamente haya conseguido pegar una buena cagada tras un tiempo de estreñimiento. ¿Cómo te llamas, campeón?, le espeta a mi hijo de cinco años cualquier soplagaitas que pretende ser simpático y coleguilla. Todos, todos, campeones. ¿Por qué, y de qué? ¿Es una broma, una ironía, un juego privado del que yo he sido excluído? ¿La clase de tropa, campeones? ¿Los borregos, la carne de cañón, los últimos eslabones de la cadena, campeones? ¿Lo inventó algún potentado para reírse de nosotros?¿Debemos echarle la culpa al dentón de Freddy Mercury, cuyo "We are the Champions" suena hasta en la entrega de premios del tronero de petanca del barrio de Mirahermosa del pueblo de Orejillas del Sordete?Sí, es una gilipollez, pero como ya he dicho antes, una gilipollez que, no sé por qué, me exaspera. Y tengo una fantasía. Alguien comienza a llamarme "campeón", pero yo soy más rápido que él, y antes de que pronuncie la última sílaba, saco de su funda mi cuchillo de buceo y se lo introduzco vertiginosamente por la garganta, hacia arriba, atravesando su lengua, con lo cual el final de la sílaba se pierde en un confuso marasmo de sangre, espumarajos y estertores agónicos. Y entonces sí, entonces me siento todo un "campeón".

3 comentarios:

  1. Anónimo7:05 a. m.

    ¡Que sangriento eres campeón! Debe ser este trabajo de recepcionista que te desespera, igual te vendría mejor el de montar palets cajita a cajita... Aunque te puede venir el gerente de turno diciéndote, "eeeh, como vas campeón???".
    Definitivamente, creo que tienes que cambiar de curro campeón. Un saludo.
    La web te va ha quedar de P.M.

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  2. Espero campeón que lo tuyo no sea descargar muebles..yo que si he estado en un almacén de muebles el topicazo es siempre wapaaaaaaaa!!

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  3. Jajaja, bueno, estuve trabajando unos años en el Mercadona de Sant Sadurní. Al principio, montando palets para las tiendas. Un festival. Ahora llevo un tiempo sin trabajar. Entre nosotros, tampoco lo echo demasiado de menos.

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