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8 de octubre de 2015

Error de cálculo.

Helena despertó y vio sobre su cabeza un fragmento del techo. Su casa. No pudo ver nada mas. Estaba tendida, inmóvil, los párpados abiertos y los ojos fijos. Olía a flores. Oía, como en un murmullo, a gente que lloraba. Quiso gritar y no pudo. De repente, la cabeza de su marido apareció sobre ella. Logró mover los párpados. Él lo vio, alarmado. Luego sonrió; ¡estaba salvada! No vio el pequeño frasquito , ni notó las gotas en sus labios, pero lo oyó musitar: "se lo dije. La dosis era pequeña".

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