No tuvo fuerzas para negárselo. Él se lo pidió, se lo suplicó, se lo exigió, la barbilla temblando y los ojos empañados. Un último beso. Él recogió su pelo tras la nuca, acariciándola levemente con la yema de los dedos, y ella sintió su boca por última vez pegada a la suya, buscando su lengua con avidez. Por fin, él se retiró y le susurró en el oído:
-Sin ti moriré... y tú también, amor.
Ella permaneció inmóvil, mirándolo fijamente, mientras sentía en su boca el sabor de las almendras amargas.
Atmósfera, ritmo. Final abierto. Me gusta este último beso, a pesar del amargor de las almendras.
ResponderEliminarAbrazos, Hank
Muchísimas gracias, Isabel. Gracias por visitar mi blog. Me alegra que el micro te haya gustado. Un saludo.
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