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4 de abril de 2011

Diosas Blancas




El Sumo Sacerdote terminó de arreglar sus ropajes. Atusó sus luengas barbas y se miró en el espejo de plata de su celda. La irregular superficie de metal bruñido reflejó su aspecto, grave y majestuoso como corresponde a quien gobierna el mundo en nombre de las Diosas Blancas y directamente inspirado por ellas. En un mundo lleno de misteriosas ruinas, devastado por la lluvia ardiente y las cenizas venenosas, en el que todo lo que nacía, frutos o personas, era deforme o imperfecto, ellas eran la única esperanza para la Humanidad, un camino de luz en un mundo asolado y terrible. Fuera esperaban miles de personas para acudir al santuario de las Diosas Blancas y dar comienzo a las plegarias y sacrificios en su honor. No obstante,  los gestos del Sumo sacerdote no denotaban prisa. El pueblo estaba acostumbrado a esperar. El Sumo Sacerdote extrajo la Sagrada Llave de un pequeño bolsillo de su ropa y la introdujo en el Arca de la Verdad. Como siempre, un leve estremecimiento sacudió su cuerpo cuando sintió el chasquido del mecanismo interior del Arca y ésta se abrió con una queja chirriante del metal. Dentro estaba el Sagrado Libro de la Verdad. Lo extrajo cuidadosamente y, tras depositarlo con veneración sobre su escritorio, comenzó a pasar las hojas con lentitud. Por desgracia, a pesar de los cientos de años que habían pasado tras el descubrimiento del Sagrado Libro, todavía no se habían podido descifrar los mensajes de las diosas, aquellos ignotos símbolos que cubrían parte del Libro. Pero estaban las imágenes. Página tras página, el Libro le mostraba seres perfectos, sin deformidades ni llagas supurantes, bellos y sonrientes, mostrando dentaduras perfectas y completas, bebiendo y comiendo en un mundo lleno de luz y belleza. Algunos se cogían de las manos, y parecían mirarle directamente a los ojos, hablándole sin palabras del paraíso en el que tenían la dicha de habitar, el Paraíso al que la Humanidad también llegaría tras tantos años de sufrimiento.  Por fin, llegó a las páginas centrales del libro, las que hablaban de las Diosas Blancas. Las volvió a ver en su majestuoso esplendor, moviéndose entre personas vestidas con llamativas vestidos, alegres y felices de pertenecer a los elegidos de las diosas. Sostenían en sus manos cálices y los alzaban en honor a las diosas, que a veces aparecían en las imágenes inclinando la cabeza en señal de complacencia. El Sumo Sacerdote contempló los misteriosos símbolos que acompañaban a las imágenes. Algún día el ser humano obtendría, gracias a sus sacrificios y a la devoción por las Diosas Blancas, el privilegio de la Comprensión. Mientras tanto, sólo los Sumos Sacerdotes estaban autorizados a consultar los textos originales y obligados a aprenderlos de memoria. En la ceremonia de aquel día, la más importante, la del sacrificio a las Diosas Blancas, los símbolos adornaban la toga inmaculadamente nívea del principal servidor y difusor del mensaje de las Diosas Blancas.

“Hace dos días dio comienzo la  espectacular recepción en casa de la Archiduquesa de  Calba con motivo de su 128 cumpleaños. La Archiduquesa, ataviada con un vistosísimo modelo de Frank Maliano, recibió a sus invitados en las escaleras de su mansión, haciendo gala de su habitual sencillez y campechanía. Más guapa que nunca tras su exitosa operación de sustitución de piel por implantes de cerámica blanca, según las últimas tendencias en cirugía estética, la Archiduquesa hizo gala de una espontánea cordialidad con sus invitadas, que supo transmitir a pesar de la lógica inexpresividad de sus músculos faciales. Mostrando su lado más solidario, todos los invitados acudieron con sus niños adoptados del Tercer Mundo, llevándolos sujetos de una cadenita que simboliza la esclavitud de estos niños en sus países de origen y el compromiso de los miembros más destacados de nuestra sociedad con la mejora de sus condiciones de vida. Cabe destacar entre las numerosas invitadas que acudieron a testimoniar su cariño por la Archiduquesa, la presencia de la famosa Belén Stefan, que lucía cara de cerámica del reputado cirujano Frank Enstein y niño de Laos a juego, elegantísimo con su cadenita dorada al cuello. Apostando firmemente por un mensaje positivo y optimista frente a la crisis política mundial, con amenazas constantes de guerra, hambrunas y revoluciones constantes, la Archiduquesa no escatimó en gastos para transmitir al mundo un mensaje de aliento y normalidad. Como es costumbre, la fiesta se alargará durante varios días, con una alegría desbordante que desafiará al clima de pánico a un ataque nuclear que algunos agoreros intentan crear entre la población.”

El Sumo Sacerdote suspiró, musitando una oración tras la contemplación del Sagrado Texto. Volvió a guardar el Libro de la Verdad en el Arca, y se dirigió a la salida. Como siempre, encabezaría la procesión hacia el Templo de las Diosas Blancas, donde fueron descubiertas sentadas en sus tronos, todavía con sus cálices en la mano. Sostenían las cadenas en sus manos, aunque los niños habían desaparecido. Por eso, como se hacía desde tiempo inmemorial, ese día ofrecerían en sacrificio a las Diosas Blancas 25 niños escogido entre los más sanos del mundo, como ofrenda y fervorosa petición por un mundo mejor.

1 comentario:

  1. Amén al gran sacerdote de las Damas Blancas.Me encanta el humor futurista, bueno, el humor, siempre el humor -negro-.

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