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10 de julio de 2007

El año 2000. Una visión retrospectiva. Bocata de croquetas.


Yo tenía un amigo, allá por el Pleistoceno, que se cascaba unos bocatas inmensos rellenos de... croquetas. Y el caso es que a un servidor le gustan los bocatas, y más aún las croquetas, pero entre el pan y la masa de las croquetas se formaba como una masa de difícil deglución, y ya no digamos digestión. Podías estar masticando durante horas, y aquello todavía seguía formando como una bola en tu boca que costaba un huevo y la yema del otro trasegar hacia el tubo digestivo. Y tú, hipotético lector, te preguntarás, ¿y a qué cojones vienen estas divagaciones sobre bocadillos de croquetas? ¿Es que éste necio ha perdido definitivamente el oremus y ha dejado su mente vagar hacia las regiones de la locura? Bueno, en parte sí, uno nota ya como ciertos vacíos mentales, pero la verdad es que solamente trataba de poner un ejemplo sobre las circunstancias de la lectura del libro que os quiero comentar: "El año 2000. Una visión retrospectiva", de Edward Bellamy. Que sí, que el libro no está mal, que es muy interesante, que nos plantea, ya en el siglo XIX, una alternativa a una sociedad que ya en aquella época estaba enferma y caminaba hacia la pesadilla que actualmente estamos viviendo. Que el hombre intenta compensar el alud de explicaciones económicas y sociales con una pequeña trama de índole fantástica, sueño mesmérico-hipnotico incluido, que incluso le añade una desvaída trama amorosa para hacer más ameno el tema, que el libro tampoco es un tochazo de sopotocientas mil páginas. Qué cojones, que uno reconoce que ya no está para demasiados esfuerzos de índole intelectual, y que ya tiene bastante con librillos policíacos no demasiado complicados, narraciones de terror y su cita semanal con "El Jueves". Igual también influye el calor, pero la verdad es que empecé a leer el libro cuando todavía hacía frío. Sí, soy yo, la cosa no tiene vuelta de hoja. Realmente es vergonzoso, casi tres meses para acabar el libro. En fin, vamos al lío. Nos propone Bellamy una sociedad perfecta, un mundo en el que la lucha de clases ha desaparecido, y el mundo evoluciona armoniosamente hacia un futuro esplendoroso, formando todos parte de un Ejército Industrial que lucha en las fábricas por el bien comunitario. El protagonista, víctima de un sopor hipnótico que dura ¡¡un siglo!! despierta en el Boston del siglo XX, una ciudad utópica en un mundo de paz y prosperidad. Acogido por una familia que le sirve de cicerone, el hombre asiste anonadado al esplendor de una sociedad quasi perfecta. El caso es que el bueno de Bellamy cree realmente que la sociedad camina hacia ese desenlace maravilloso, de hecho el hombre dedicó su vida a difundir los principios políticos, sociales y morales del libro. Aparecieron por el país organizaciones que lucharon por implantar sus ideas. Incluso se llegó a fundar un partido, el Partido Populista (a ver, abstenerse de comparaciones y chistes fáciles, por favor, un poco de seriedad) hoy desaparecido (joder, podría desaparecer también el otro PP, ahora el del chiste fácil soy yo). En resumen, que no solamente nos encontramos frente a un utópico, sino ante un GILIPOLLAS con mayúsculas, porque hay que ser gilipollas para pretener que el mundo se encamina hacia algo diferente a su propia destrucción, hacia las más brutales diferencias sociales y económicas, hacia la demencia, la guerra, el asesinato, la injusticia, la abominación más estúpida. Suerte que el hombre murió mucho antes de poder ver por dónde anda su sueño, perdido entre las amarillentas páginas de un libraco que, por casualidad, encontré en mi biblioteca. A un servidor le han gustado mucho las páginas finales (no solamente por terminar el bocata de croquetas, joder), donde se alternan visiones de los dos mundos. Consigue por momentos que compartamos su profunda angustia ante la visión de la total imperfección del mundo del siglo XIX (con pocas variantes, exactamente igual al actual). En resumen, ingenuidad y mal rollo a partes iguales. Fin del bocata de croquetas.

1 comentario:

  1. henos aquí!

    eso de las croquetas es lo más asqueroso que he leído en años, ¡y mira que me va irvine welsh!. Espero que seas castigado prontamente por la providencia por describir con tal exaustividad tan mantecoso manjar.

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