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16 de mayo de 2011

Herman, Herman...

La señorita Lucy, encargada de organizar la fiesta infantil en el colegio, bajó el último escalón de la escalera que conducía al sótano de los Munster. El señor Herman abría la pared a golpes de pico. El lugar olía a podrido. Cuando se acercó, se quedó paralizada por el terror. Herman Munster notó su presencia y girándose, le mostró los cuerpos incrustados en la pared. Saludó alegremente: ¡Hola, señorita Lucy, qué sorpresa! ¡Tal y como habíamos quedado, me estoy encargando de los emparedados!

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